Deseos by Marina Mayoral

Deseos by Marina Mayoral

autor:Marina Mayoral [Mayoral, Marina]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2011-01-01T05:00:00+00:00


12.00 h

Constanza

Constanza se para un momento en el umbral de las puertas del cementerio. Lleva en la mano un paraguas y un ramo de flores naturales.

No hay nadie. Casi nadie, la pobre mujer de San Caetano y para de contar, los días nublados viene poca gente y los lluviosos ni un alma, a la gente no le importa pasear con paraguas, pero si llueve se deprime en el cementerio, como la mujer del juez, Carmencita, qué cursi, a sus años Carmencita. Tú has sido Constanza desde la cuna, conservas un sonajero de plata con tu nombre y una cuchara también de plata, la de las primeras papillas, tu madre era así, egoísta y fría para las cosas importantes y sentimental para las pequeñeces, guardó el sonajero y la cuchara. Quizá porque eran de plata, quizá, pero también una camisa de bebé sin estrenar, «creciste muy deprisa», te dijo, una camisa sin ningún valor, mejor no pensar en tu madre, paz a los muertos dicen las Silva y tienen razón.

Constanza hace un gesto de saludo, sonriendo, hacia la mujer que está sentada en un banco y pasa sin detenerse.

Es una buena mujer, pero tú hoy llevas prisa y no quieres entretenerte. ¿Qué pensará de ti? Desde que pones el pie en el cementerio hasta que pasas frente al banco en el que se sienta no te quita los ojos de encima, está esperando tu saludo, pero es una mirada buena, tú eres una experta en interpretar miradas, tú notas la envidia aunque quien mire se esfuerce en disimular, notas el deseo, el odio, la curiosidad malsana, la mirada que busca arrugas, algo que criticar, la mirada que dice «no es para tanto»… La de esta mujer, ¿cómo se llama?, ¿llegó a decirte su nombre?, tienes que preguntárselo, porque la de esta mujer es una mirada buena, de admiración desinteresada, mira tu ropa, los pantalones ceñidos, la boina verde sobre el pelo rojo, la gran bufanda que cae desde los hombros y se mueve al andar, el chaquetón largo de visón negro, y también mira tu cara, sin envidia, con gusto, tú tienes antenas afinadas a lo largo de años, y miradas como la de esta mujer las has sentido muy pocas veces, una mirada buena y discreta, que te sigue desde la puerta hasta que pasas frente a su banco y después te abandona, nunca se acerca al panteón de los Monterroso, igual que no se acercaría a tu casa, ni siquiera mira hacia allí, es una mujer discreta que respeta tu intimidad. Doña Benilde también es discreta, se sienta sobre la tumba como tú, pero se pone de espaldas, quizá no quiere que la veas, probablemente no está rezando, ni siquiera lleva rosario, no necesita disimular, se sienta en la tumba de su marido, tú sí la miras cuando se va antes que tú, te vuelves y miras a esa anciana de ochenta años que sigue visitando la tumba de su marido y no tiene que disimular que viene a estar con el hombre que más ha querido en la vida.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.